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¿Tienes una mentalidad de mancharte las manos?

A lo largo de miles de años, la humanidad ha avanzado desde seres primitivos a lo que somos hoy en día gracias al uso de las herramientas. Algunas otras especies exhiben un uso de herramientas rudimentario, pero nosotros lo hemos desarrollado hasta el punto de fabricar herramientas que fabrican herramientas que fabrican herramientas... Por ejemplo, yo he trabajado en la fabricación de una herramienta para calibrar una herramienta de calibración que, al final, permite a una gran máquina fabricar una parte de un producto. Sin embargo, al mismo tiempo encontramos un preocupante movimiento en la dirección contraria. En apenas unas décadas, la ingeniería ha pasado de ser una actividad física y mental a una habilidad digital. Y ahora los ingenieros son libres de proceder como su mente desee, porque todo es virtualmente posible. Personalmente, soy un ingeniero de diseño con una mentalidad de mancharse las manos. Puedo diseñar objetos con materiales reales y hacer que funcionen. En ocasiones, algunos de los pasos los realizo por varias razones a nivel virtual, por ejemplo, con modelos CAD (y con la impresión 3D, cada vez más), pero el objetivo final es siempre obtener un producto/prototipo/modelo de prueba que funcione en el mundo real.

Llevo conmigo a todas partes algo que podría llamarse una colección de curiosidades. Recojo muestras de piezas sobrantes de proyectos, intentos fallidos y botines de guerra innovadores de ferias de ingeniería. A algunos les recuerda al bolso de Mary Poppins; no dejan de salir cosas totalmente inesperadas. Pero, para mí, forma parte de mi profesión. Me ayuda a emplear objetos de otros mercados o de otras disciplinas de ingeniería para resolver problemas. Pero también guardo cosas menos positivas. Cosas que hice mal o que salieron mal en mi equipo. Las utilizo como ejemplo en caso de que alguien esté a punto de repetir el mismo error.

Me gustaría compartir un ejemplo, porque nos acerca al tema central de este artículo. Se trata de un pasador de centrado de 2 mm que un ingeniero quería utilizar para conseguir un alineamiento preciso entre dos piezas. El pasador debía insertarse en aluminio anodizado duro y quedar bien ajustado. El problema con estos pequeños pasadores es que cuesta mucho meterlos en su orificio. Necesitas una prensa muy pequeña, o un martillo y un toque de magia. En cuanto el pasador toca la pared dura del orificio, crea su propio camino en el metal y puede incluso doblarse en el proceso. Especialmente, si eliges un pasador sin punta de guía. En este caso, el ingeniero confiaba totalmente en el análisis FEM de su diseño asistido por ordenador (CAD) y me aseguró que el pasador cumpliría su cometido sin problemas. Yo le mostré una de las soluciones de montaje que había encontrado: pulir el pasador por un extremo y pegarlo en su sitio. Puedes reírte de esta idea o exasperarte con el encargado de montaje, pero antes te recomiendo que cojas un pasador de ese tamaño, te pongas los guantes de la sala blanca y lo intentes tú mismo.

El ingeniero trató de convencerme con sus cálculos y el margen de seguridad del 300 %. Cuando por fin accedió a hacer el pasador más grande, sugirió 2,5 mm. Yo le pedí que lo hiciera de 8 mm. La discusión empezó otra vez desde el principio, pero al final acordamos unos aceptables 4 mm con una punta de guía o algún tipo de elemento de ayuda a la inserción. Volviendo a mi colección: contiene pequeños pasadores de este tipo y guantes de sala blanca para enseñárselos a un ingeniero reticente. Así como una llave Allen de 0,5 mm y un perno M1,6.

Volvamos al tema principal. ¿Cómo es que el ingeniero intentaba encajar pasadores tan pequeños? Muy sencillo. En su realidad virtual, el pasador se inserta sin dificultades, no necesita pegamento, martillo ni guantes y permite alinear las piezas con precisión sin riesgo de doblarse. En la pantalla, el pasador ni siquiera es pequeño. Sobre todo si se muestra a pantalla completa. El ingeniero está desligado de la realidad.

Es posible que los ingenieros estemos olvidando aquello que se nos da bien. Somos la especie que fabrica herramientas. Sin embargo, nos estamos alejando de la mentalidad de mancharse las manos. ¿Cuántos ingenieros mecánicos han utilizado un armazón de soporte o una fresadora en los últimos cinco años? ¿Cuántos ingenieros no tienen siquiera herramientas a mano? Los que sí las tienen no necesitan pedir prestado el calibre del taller. Nos estamos desligando de nuestro propio bagaje. Y se nota. Echa un vistazo a un departamento de diseño normal e intenta averiguar qué profesión tiene cada persona. Al hacer nuestras herramientas virtuales, también estamos haciendo que nuestra identidad como fabricantes de herramientas se vuelva virtual.

¿Qué podemos hacer? Creo que es una gran oportunidad para los que todavía sienten un cosquilleo en las manos cuando ven herramientas reales. Simplemente con que consigas un juego de herramientas básico y lo tengas a mano en tu lugar de trabajo, serás más capaz de responder ante ciertas situaciones. Podrás hacer una prueba rápida, probar un pequeño cambio o intentar un montaje rápido en ciertos momentos clave. De esta manera, estarás menos desligado de la realidad, demostrarás tus capacidades y obtendrás resultados con más rapidez.

Tu colección de herramientas y muestras son el equivalente material de las habilidades que mencionas en tu currículum. Cuando voy a una entrevista de trabajo, llevo conmigo una parte de mi colección de curiosidades. Para mostrar lo que he hecho, la simplicidad que busco y el ejemplo con el pasador de 2 mm. En cuanto abro la caja, se convierte en el tema de la entrevista. Y me permite mostrar quién soy realmente.

Hace poco lancé esta idea entre mis colegas para ver si puedo crear una extensión mecatrónica de mi colección de curiosidades. Espero compartir mis hallazgos en un futuro próximo. Entretanto, me encantaría saber si tú también crees que la mentalidad de mancharse las manos está desapareciendo.

Escrito por: Erik Niels Boerma, Ingeniero de Diseño creativo para TMC


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